La caza


Los lobos localizan a sus presas por el olor, por el sonido y más raramente, por la vista; también son capaces de rastrear huellas.  Las manadas pequeñas, como aquellas formadas por una pareja, pueden preferir cazar presas pequeñas. Un lobo hambriento puede esperar a encontrar la presa adecuada en función de las fuerzas que pueda gastar en su captura. Cuando una manada de lobos sale a cazar, se trata de un trabajo en equipo, lo que  hace posible la captura de presas de gran tamaño que cubran la necesidad de alimento de todo el grupo. En la cacería, las funciones a desempeñar por cada lobo están distribuidas, el control y la disciplina en la manada es fundamental para que el esfuerzo tenga éxito. 

Una vez localizada la presa, los lobos intentarán acercarse tanto como les sea posible sin ser descubiertos, andarán lentamente, agachados y ocultos en los elementos del paisaje, con todos los sentidos en alerta. Una vez que la presa los ha descubierto,  se iniciará un diálogo silencioso entre la presa y el depredador, que servirá para medir fuerzas. El animal acosado tratará de huir, o de enfrentarse a ellos. 

Las presas de gran tamaño, como bisontes, o cérvidos de grandes astas y fuertes pezuñas pueden escoger la segunda opción,  dado que pueden herir seriamente, e incluso matar a alguno o varios de sus atacantes, y los lobos lo dejarán en paz. 

Los animales que tratan de huir, deberán ganar terreno a los lobos en la persecución, hasta alejarse lo suficiente para que los lobos los dejen escapar. En ocasiones,  el animal perseguido  que ha ganado terreno puede detenerse,  y quedarse observando a los lobos. Al parecer, la inmovilidad  inhibe el comportamiento de persecución de los lobos. Algunos cérvidos envían otras señales a sus depredadores, por ejemplo, cambiando el paso al trote; esto supone un mayor desgaste de energía para el animal perseguido, pero a través del movimiento envía el mensaje a los lobos de ser una criatura fuerte, una advertencia de que el trabajo de capturarla no va a ser fácil.

Como usualmente se captura a las presas que tratan de huir, el ataque más frecuente se inicia sobre los cuartos traseros de la presa, durante la persecución, con el fin de inmovilizarla. También pueden lanzarse a morder las ventanas de la nariz, para abatir a la presa. Los lobos, más resistentes que potentes, pueden atacar varias veces a una presa grande, con el fin de debilitarla,  y abatirla definitivamente cuando las fuerzas se hayan equilibrado. Atacarán la garganta o la nuca del animal para darle muerte; el impacto de este ataque provocará una fractura en la nuca o la tráquea del animal, o bien un paro cardíaco. 

Las estrategias que sigue una manada de lobos a la hora de cazar varían de una a otra subespecie, dependiendo del medio en el que deban sobrevivir, y los recursos alimentarios disponibles en el mismo. Por ejemplo, en los terrenos nevados, los lobos pueden perseguir a la  presa en fila india, cambiando de vez en cuando el lugar del cabeza de fila, lo que les permite economizar energías al pisar sobre las huellas del lobo precedente. Los lobos conocen bien su territorio, lo que les permite aprovechar  los elementos del mismo (ríos, escondrijos, rocas...) para la caza,  persiguiendo y obligando a la presa a caer en emboscadas (la otra parte del grupo espera) o trampas naturales como precipicios.


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